6/9/15

Como No Amarte - Alfareros

8/7/15

Audio completo de la lectura de la enciclica Laudate SI







Para descargar los audios por capítulos en mp3 pon en tu navegador este enlace de Mega  https://mega.co.nz/#!j850RRoT!ocSSH7jyOIo1EwxLmOXsCoXuxfnf-XGYOn0lSnAvQi8

Este  Trabajo ha sido el fruto de locutar  una semana , por eso te pido que si te satisface y segun sean tus posibilidades reces por quien lo hizo y si puedes dejes también tu aporte en lo que consideres puedas por medio de Pay Pal al correo electrónico : grabaciones777@gmail.com

Disfruta de los audios y da gracias a Dios.


21/4/15

Predicación del Padre Eduardo Rodriguez, sobre el infierno





Sermón predicado en 1963 (es puesto on line para que ser oído y ver como son las diferencias de tópicos y estilos de predicación con los actuales) Tema el infierno

13/4/15

Posta Mariana del Regimiento de Infanteria Mecanizada 6 de Toay en Lujan









Soldados del Regimiento de infantería
Mecanizada 6 de Toay honran a la virgen de Lujan y rezan por los 11
caídos en Malvinas
El domingo 12 de abril en la misa de
las 11 horas en la basílica de Lujan entraron por el pasillo central
de rodillas , al comienzo de la misa, 11 soldados del regimiento de
infantería mecanizada 6 de Toay , quienes a sus espaldas llevaban
escrito cada uno un nombre, que perteneció a cada uno de los once
integrantes de ese regimiento que cayeron en la gesta de Malvinas en
1982.
En la charla que mantuvo con Radio Tres FM Santa Rosa el jefe del RIM (Regimiento de infantería Mecanizada) en la basilica
de Lujan dijo que “ Se inició en Toay, con cinco altos prolongados
en Pellegrini ,Pehuajó, Suipacha y Mercedes e iban corriendo 30
soldados unos 120 km por día en honor a nuestros guerreros del
(Regimiento de infantería Mecanizada) 6 y por amor a la Virgen
patrona del país”.
Respecto de la gente que participo de
la posta Mariana dijo el Teniente Oscar Fierro que “el regimiento
al completo, ya que los que no están acá , están apoyándonos con
su oración”


Dijo además que es parte de la campaña
“Suma kilómetros para llegar a Malvinas”, simbólicamente, y que
consiste en recorrer distintas partes a pie hasta sumar 31.427 km ,
se han propuesto completar esa distancia en dos años.

1/4/15

¡Viva la Sotana! (vídeo completo) Viva the Cassock!







Publicado por www.adelantelafe.com ¡Viva la sotana! Es un documental que quiere poner de actualidad la prenda por excelencia del sacerdote católico. Lo es por su gran sentido espiritual, por su forma, por su color y porque han sido generaciones de sacerdotes quienes la han llevado.

La sotana le recuerda al sacerdote que lo es para Jesucristo y de Él para los demás. La sotana ayuda al fiel a encontrar a Cristo en el sacerdote y no al amigo, pues el fiel busca la santidad del sacerdote antes que su simpatía.

La sotana es tan actual ahora como ayer y como mañana, y lo es porque no depende de la moda, como así depende la camisa con alzacuellos y el pantalón. La moda pasa y la sotana queda inalterable, como inalterable es el sacerdocio de Cristo visible en la sotana.

La sotana no puede ocultarse como se oculta la camisa y el alzacuello, por esta razón el sacerdocio es siempre visible para el mundo. La sotana es testigo constante de la presencia de la Iglesia en la sociedad.

La sotana imprime carácter en el seminarista y en el sacerdote, afirma su personalidad, robustece la fe, le une a los mártires y confesores de la fe, y le une especialmente a la Cruz de Nuestro Señor al verse sometido a las injurias del mundo que rechaza la Luz. La sotana es escuela de hombres.

Dios quiera que este documental ayude y estimule a seminaristas y sacerdotes a llevar la sotana y a los fieles les haga comprender la importancia de este hábito eclesiástico tanto para el sacerdote como para ellos.

16/3/15

La desistencia de autoridad en la iglesia

La desistencia de la autoridad en la iglesia


En los comentarios a la serie sobre polémicas matrimoniales, para la que he tenido que escribir ya más de una veintena de artículos como penitencia por mis pecados, hay algunos temas que surgen una y otra vez. El más común es la queja por la pasividad de las autoridades en la Iglesia.
¿Por qué el Papa no impide que se haga o diga tal cosa? ¿Por qué Monseñor Ausente Nostoy permite que D. Nestorio Árriez, párroco de Villamodernista, enseñe barbaridades desde el púlpito? ¿Por qué ese superior religioso no echa a patadas a Fray Herético o a Sor Mundana? ¿A qué espera la Conferencia Episcopal de Heterodoxilandia para pronunciarse? ¿No debería alguien hacer algo?
Es una queja constante y, digámoslo desde el principio, muy razonable. No me importa reconocer que yo siento lo mismo en muchas ocasiones cuando leo noticias sobre la Iglesia. Sin embargo, en lugar de limitarme a la queja, por muy justificada que pueda estar, me gustaría centrarme en las causas de esta situación. A fin de cuentas, para solucionar un problema lo importante no es repartir culpas, sino diagnosticar bien la enfermedad para atacar sus causas. Cognitio rerum per causas.
La inoperancia de la autoridad en la Iglesia desde hace al menos medio siglo es, creo yo, evidente para cualquier persona medianamente razonable, quizá con la excepción de una buena parte de los propios clérigos, que parecen extrañamente ciegos a ella (o, peor aún, en algunos casos están encantados con la situación). Esta dejación de la jerarquía en sus funciones de gobierno es lo que Romano Amerio llamó la desistencia de la autoridad eclesial.
Como es lógico, un fenómeno tan extendido, que en su forma actual ha durado ya cinco décadas no puede tener una única causa, sino que probablemente obedece a una suma de circunstancias, procesos históricos y conductas personales que han desembocado en la situación actual. No obstante, aunque no pueda hablarse de una única causa, creo que es posible señalar una causa principal, que explica la sustancia del fenómeno. A pesar de limitarnos a una única causa, hablar con una mínima profundidad de ella exigiría libros enteros, pero haremos lo que podamos con el espacio del que disponemos, dando grandes brochazos donde lo ideal sería poder analizar las cosas con detalle.
A mi entender, la desistencia de la autoridad de la Iglesia es la consecuencia inevitable de otra desistencia, la desistencia en la búsqueda de la verdad. Esta segunda desistencia, mucho más grave aún que la primera, es fruto de un proceso histórico de larguísima duración, que hunde sus raíces en diversos movimientos históricos y que va alejando al hombre de la Verdad, tanto material como afectivamente.
Entre esos movimientos históricos, en el campo del pensamiento, cabe destacar elnominalismo, que fue el primer paso para abandonar la gran tradición del realismo aristotélico-tomista, en favor de un subjetivismo que, poco a poco, se fue exacerbando. Posteriormente, llegó el antropocentrismo renacentista: en lugar de considerar a Dios (y por lo tanto a la Verdad) como centro de todo, la atención empezó a desplazarse hacia el hombre (y por lo tanto, hacia su subjetividad). El paso siguiente fue el racionalismo, con Descartes como su paradigma, que trasladó la cuestión del ser al sujeto: “pienso luego existo”; lo primero es el yo y, sólo en segundo plano, se encuentran el ser y el Ser. Por eso, en el cartesianismo y en todas las filosofías posteriores, la admiración es sustituida por la duda como principio de la filosofía.
Después de Descartes, que todavía era católico, el ritmo del abandono progresivo de la Verdad se aceleró. La Ilustración opuso naturaleza y civilización, razón y fe, religión y ciencia. La filosofía, a marchas forzadas, comenzó a despeñarse por el sendero delsubjetivismo con diferentes nombres: empirismo, positivismo filosófico, evolucionismo filosófico, idealismo, hegelianismo, el positivismo jurídico y todos sus hermanos y primos hasta desembocar en el pensamiento débil y el relativismo propios de nuestra época.
Como es lógico, esta telúrica corriente de alejamiento de la verdad también ha afectado al catolicismo. La reforma protestante, que se puede enmarcar dentro de la misma tendencia general al subjetivismo, pasó de una religión basada en la Tradición, la Escritura y el Magisterio a otra basada en la interpretación subjetiva de la Escritura, con quot capita tot sententiae. Vinieron después el liberalismo religioso, las innumerables sectas protestantes y grupos seudognósticos que surgieron como setas en los siglos XVII- XIX, el americanismo y, sobre todo, el modernismo teológico(este último con una envidiable buena salud en nuestra época).
¿Ha habido intentos de dar la vuelta a esta corriente? Muchos, pero poco efectivos y, en general, cada vez más infectados ellos mismos por el propio virus que intentan sanar. Se pueden citar en este sentido el neotomismo, el ultramontanismo, los diversos tradicionalismos y legitimismos, el conservadurismo político y religioso, el personalismo, la renovación patrística o los nuevos movimientos católicos, entre otros muchos. Sus defensores luchan, en muchos casos con un grandísimo esfuerzo y sacrificio personal, contra un enemigo que en ocasiones no comprenden del todo y contra el que, en el mejor de los casos, sólo consiguen pequeñas victorias pasajeras, a precio de ir cediendo constantemente terreno, que no parecen afectar al gran río de la tendencia multisecular.
Sería muy largo analizar esto, pero es fundamental tener en cuenta que los que participan en esos intentos de arreglar las cosas son hijos de su tiempo y, en muchos casos, intentan arreglar las cosas pero partiendo ya de varios presupuestos y de una forma mentis que ya están deformados como consecuencia de la misma corriente antiverdad y serían impensables, por ejemplo, para un Santo Tomás. Por eso tienen tan poco éxito en dar la vuelta a la tortilla. El ejemplo más claro es el conservadurismo actual, que está infectado hasta la médula de liberalismo. No es de extrañar, pues, que en realidad termine diferenciándose muy poco de los progresistas. Lo mismo sucede con otros movimientos políticos, como los legitimismos, que, en lugar de basarse en una concepción sana de la monarquía tradicional, se centraron en muchos casos en el absolutismo del siglo XVII, que en realidad es la peor época de la monarquía.
El mismo concepto de derechos humanos, aunque no lo parezca, es uno de estos intentos de volver a la Verdad objetiva, mediante el intento de proponer una serie de verdades universales sobre los seres humanos que no se puedan relativizar. Sin embargo, su origen y sus defensores están tan ligados a esta corriente antiverdad que, en la práctica, los derechos humanos han llegado a ser exactamente lo contrario de lo que pretendían en un principio, convirtiéndose en meras armas arrojadizas al servicio de cada nueva moda social y perdiendo cualquier pretensión de contenido objetivo, universal y permanente. Lo mismo podría decirse de la idolatría de la razón característica de la Ilustración, que, al exagerar la capacidad del intelecto humano, terminó por dar lugar al irracionalismo actual y al abandono de la razón.
En los intentos intraeclesiales, en muchos casos también se puede observar un insidioso semipelagianismo típico de la época actual, arqueologismos (que idealizan un primitivismo imaginario a expensas de la verdadera relación con el origen de la Iglesia que se logra a través de la Tradición), la primacía de la acción sobre la contemplación, un desprecio cronolátrico de la escolástica o la obsesión por cuestiones superficiales, sin conseguir una síntesis que pueda galvanizar a la cultura de la época. Por supuesto, todo esto se nota mucho en los peores representantes de estas corrientes y menos en los mejores, pero a mi entender es algo que afecta a todos. Y cuando digo a todos me incluyo a mí mismo: somos personas de nuestro tiempo y la propaganda constante de la ideología apóstata de nuestra época nos influye aunque no nos demos cuenta.
Todo este proceso, con su larguísimo devenir, sus avances y (pequeños) retrocesos ha desembocado en la mentalidad de nuestra época. En comparación con edades anteriores, nuestro tiempo se caracteriza ante todo por haber renunciado a la verdad, no sólo no creyendo ya en la posibilidad de encontrarla, sino negando la existencia misma de la verdad en el sentido estricto del término. El hombre moderno no espera ya encontrar la Religión verdadera, sino una religión útil que le haga sentirse bien; no cree que haya filosofías correctas e incorrectas, sino sólo originales o anticuadas; no concibe principios inamovibles, sino sólo consensos más o menos ventajosos, y no está dispuesto a tolerar la existencia de normas morales que osen coartar su sacrosanta libertad.
El grito del demonio siempre ha sido non serviam. La versión de nuestro tiempo es“nadie puede decirme lo que tengo que hacer”, la famosa anomía de la que habla San Pablo en 2 Tes 1-2. Incluso los teólogos intentan librarse del “yugo” de la Tradición, la Escritura, el Magisterio en incluso la Verdad absoluta, quebrando el principio de autoridad para ser “auténticamente libres” y crear una nueva moral “más adecuada para el hombre de nuestro tiempo”, que no se base en la verdad ni en la revelación, sino en la mera voluntad autónoma del hombre. Olvidan así cosas que saben hasta los niños que estudian el catecismo: las palabras de Cristo no pasarán, sólo la Verdad os hará libres y el que me ama, cumplirá mis mandatos.
En la Iglesia, esta mentalidad provoca inevitablemente la falta de fe. No una falta de fe individual, como en épocas anteriores, sino una falta de fe generalizada, como ambiente general y, por lo tanto, más difícil de percibir. Como dice el aforismo clásico, en el país de los ciegos, todo el mundo ve de maravilla. Los católicos de hoy, en su gran mayoría, han perdido la idea misma de la fe que vale más que el oro y ya ni siquiera la echan de menos, sino que creen que la incertidumbre, la duda y la sensación de inferioridad con respecto al mundo son el estado habitual del cristiano. Por eso, en general, les escandalizan el martirio, la preocupación seria por la verdad de la fe, el valor de la Tradición y la intransigencia en cuestiones morales. La fe se suele entender más bien como opinión, la esperanza como un ingenuo optimismo (interrumpido periódicamente por desconsolados brotes de pesimismo que se curan a base de pastillas) y la caridad como buen rollito y llevarnos todos bien. En consecuencia, surge el horror a la cruz y la gracia cede su puesto al activismo en la conciencia cristiana, dominada por un semipelagianismo (o pelagianismo entero) rampante y desafiante.
La jerarquía, como es lógico, está hecha de la misma madera que los seglares de los que proviene. A fin de cuentas, nadie nace siendo sacerdote u obispo. En ella, el signo más claro de esta enfermedad es precisamente la desistencia de la autoridad. Si la fe es sólo una formulación provisional de una opinión más sobre la (incognoscible) verdad, tiene poco sentido defender a ultranza esa fe o enfrentarse a la opinión pública para corregir a los que promueven herejías y heterodoxias. Si la fe no es cuestión de vida o muerte, es comprensible queproteger a los fieles de los que enseñan doctrinas distintas no sea una prioridad. Basta pensar, por poner un ejemplo entre una legión de ellos, en un Anthony De Mello, cuyas tesis, evidentemente heterodoxas, no fueron condenadas hasta ¡once años después de su muerte! por la Congregación para la Doctrina de la Fe, a pesar de que había sido el gran best-seller religioso de su época, con un lugar de honor durante treinta años en todas las librerías religiosas, también en las diocesanas, y con traducción a muchísimas lenguas. El contraste con todas las épocas anteriores de la Iglesia, incluida la apostólica, no podría ser mayor: Si alguien niega que Jesucristo haya venido en la carne, es el anticristo, decía San Juan, y si yo o un ángel del cielo os predicara un evangelio diferente, sea anatema, advertía San Pablo.
Una manifestación muy clara es el lenguaje de los documentos eclesiales, que es blandito, generalmente oscuro, retórico, políticamente correcto y preocupado ante todo de no ofender a nadie. ¿En qué se parece ese lenguaje al de Cristo, que sabía hablar con dulzura cuando convenía y con total claridad, rotundidad y dureza cuando era necesario? ¿Alguien imagina un documento actual de la Iglesia que dijese cosas como sepulcros blanqueados, nidos de víboras, generación mala y adúltera, ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, duros de entendimiento y torpes de corazón, o quien se casa con la repudiada comete adulterio? ¿Por qué ese alejamiento de la forma de actuar de Cristo? Da la impresión de que, de alguna manera, se está extendiendo en la Iglesia una especie de concepción difusa de que hoy somos “mejores” que Cristo, precisamente porque somos más blandos, menos claros y más políticamente correctos que Nuestro Señor. Es triste, pero no de extrañar, porque despreciar la Verdad es lo mismo que despreciar al que dijo Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Curiosa y escandalosamente, en muchos casos la desistencia de la autoridad es más pronunciada en los eclesiásticos que mantienen en mayor grado la fe, porque ejercer esa autoridad, para ellos, casi siempre implicaría ir en contra de la opinión general y de lo políticamente correcto. Esto es más evidente en el nivel episcopal, porque el proceso de elección de obispos también está influido por la misma tendencia a la desistencia y, por lo tanto, suele preferir a candidatos que no vayan a “dar problemas” y que nunca hayan oído aquella frase evangélica de Si el mundo os odia, sabed que antes me ha odiado a mí… Además, al resultar más visibles para un mundo que ya ha abandonado casi por completo la verdad, los obispos están en el candelero e inmediatamente sufren persecución cuando actúan como deben, tanto dentro como fuera de la Iglesia. El párroco de una parroquia rural perdida, puede defender la fe católica sin compromisos y, a lo más, sufrirá las críticas de los vecinos tibios o descontentos. En cambio, un obispo que se atreva a desafiar en nombre de la fe a los dogmas políticamente correctos de la modernidad será puesto en la picota mediática de manera casi instantánea.
En cambio, los que apenas tienen fe o no la tienen en absoluto (aunque conserven las apariencias), pueden ejercer drásticamente su autoridad sin ningún problema, por dos razones. Por un lado, suelen ejercer esa autoridad en la dirección que favorece el mundo (en el sentido teológico de la palabra) y eso no les granjea sinsabores sino aplausos. Por otro lado, se han “liberado” del obstáculo que supone tener que ejercer su autoridad dentro de los límites de la fe y la moral y ese vacío lo llena enseguida la propia voluntad omnímoda y absoluta, que no admite frenos ni obstáculos. A pesar de lo que piensa la mayoría de la gente, una autoridad sin fundamento objetivo siempre es muchísimo más autoritaria que una que se basa en criterios firmes y establecidos. Esto explica la terrible dureza que a veces se observa en el ejercicio de la autoridad por parte de clérigos de doctrina más bien cuestionable y cuya palabra favorita es “tolerancia”.
En cualquier caso, creo que deberíamos ser conscientes de que no estamos ante una actitud particular incomprensible por parte de algunos obispos, superiores religiosos, etc., sino ante algo mucho más profundo y que afecta, en mayor o menor medida, a todas las autoridades en la Iglesia (incluida la autoridad paterna en los seglares) y, en general, a todos los que nos consideramos católicos. Vista así la cuestión, uno enseguida se da cuenta de que no tiene mucho sentido sorprenderse y enfadarse cuando los que ostentan la autoridad en la Iglesia no la ejercen, porquenadie da lo que no tiene. Incluso aunque se dieran cuenta de que deberían actuar de otra forma, haría falta un milagro para compensar la fuerza de hábitos de años y años, la presión conformista de sus iguales y la persecución del mundo.
Mientras tanto, los hombres gimen, cansados y agobiados, bajo el poder del Príncipe de la Mentira. Los fieles se mueven desorientados de un lado para otro, como ovejas sin pastor, extraviados por falsos maestros que son como lobos en medio del rebaño. La fe y la moral de la Iglesia no se enseñan, porque los encargados de proclamarlas se avergüenzan de ellas. Los centinelas, colocados sobre las murallas de la Iglesia, se han ido a dormir y el enemigo ha abierto una brecha en las murallas. El abandono de la Verdad ha llevado al abandono de los demás trascendentales: la Unidad se ridiculiza como si fuera mera uniformidad que esclaviza y coarta, la Belleza casi ha desaparecido de nuestras iglesias, nuestro arte religioso y, horresco referens, nuestras liturgias, y la Bondad (¡si Platón levantara la cabeza!) se confunde con ser simpáticos y agradables. No es extraño que los cristianos, acomplejados ante un mundo que parece tener las de ganar, pierdan la esperanza y, poco a poco, se vayan amoldando a la forma de ser del mundo y dejen la fe de sus padres. Las peores pesadillas de una mente enferma se van haciendo realidad en nuestra época y ya nos parecen normales. Sion deserta facta est, Jerusalem desolata est.
¿Cuál es la solución a todo esto? No soy profeta ni hijo de profeta, así que no lo sé. Intuyo que, por un lado, esto tiene que empeorar bastante antes de mejorar, porque una tendencia tan poderosa y de tan larga duración difícilmente se podrá revertir sin una serie de acontecimientos traumáticos, que revuelvan por completo a la Iglesia actual. Por otro lado, como ya señaló Chesterton, solucionar un error implica retroceder al punto en el que se tomó el camino equivocado, para enderezar ese camino. O, en palabras de un verdadero profeta, tendremos que volver al amor primero. Todos en la Iglesia, empezando o quizá terminando por su jerarquía, tendremos que volver a enamorarnos de la Verdad, que se encarnó por nosotros y para nuestra salvación. Si Dios quiere, volveremos a darnos cuenta de que esa Verdad es el tesoro escondido por el que merece la pena dejarlo todo y sufrirlo todo, porque de ella depende la vida eterna. Quizá eso implique que la Iglesia disminuya mucho de tamaño o incluso que venga una nueva época de persecuciones violentas, pero, antes o después, tendremos que corregir el rumbo y volver a poner a Dios en el centro de todo.
Por último, yo diría que el punto de inicio de una auténtica renovación del catolicismo, como todo punto, será muy pequeño. Pequeño como un grano de mostaza. Tan pequeño como alguien, quizá un lector de este blog, que se arrodille humildemente en Cuaresma ante su Señor y se ponga, de verdad, en sus manos, dejando obrar de una vez a la gracia. Nada más y nada menos.
Ánimo. Cristo es el Señor de la Historia.

Bruno M.

8/3/15

COMO VIVIR LA PERTENENCIA A UN INSTITUTO DE VIDA CONSAGRADA (PAPA FRANCISCO)



El 7 de marzo de 2015 a las 11.15 de la mañana, en la Plaza de San Pedro, Francisco se reunió con la Comunidad de Comunión y Liberación en ocasión del 60 aniversario del nacimiento del Movimiento y el décimo aniversario de la muerte de su fundador, Mons. Luigi Giussani. Durante la reunión, después del saludo del Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, don Julián Carrón, Papa Francisco dirigió a los presentes el discurso que se muestra a continuación:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Les doy la bienvenida y las gracias por su cálido afecto! Dirijo mi cordial saludo a los cardenales y obispos. don Julián Carrón, presidente de vuestra Fraternidad, y le agradezco las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. (...) Mi primer pensamiento va a su fundador, Mons. Luigi Giussani, recordando el décimo aniversario de su nacimiento para el Cielo.

Agradezco a don Giussani, por diversas razones. La primera, más personal,
el bien que este hombre le ha hecho a  mi vida sacerdotal, a través de la lectura de sus libros y sus artículos. La otra razón es que su pensamiento es profundamente humano y alcanza el anhelo más íntimo del hombre.
Usted sabe lo importante que era  la experiencia para don Giussani , no una idea, sino una persona, Jesucristo. Así, los ha conducido a la libertad, que lleva al encuentro con Cristo, porque Cristo nos da la verdadera libertad. 
Y hablando de la reunión viene a la mente "La vocación de San Mateo," de Caravaggio, cuadro que contemplaba por largo tiempo, cada vez que estaba en Roma, San Luis de Francia. 
Ninguno de los que estaban allí, ávidos de dinero, incluyendo Mateo,  podía entender lo que significaba aquel dedo y  aquellos ojos que lo miran con misericordia y entonces  elige seguir a Jesús. (...)

Todo en nuestras vidas, hoy como en la época de Jesús, comienza con una reunión. Un encuentro con este hombre, el carpintero de Nazaret, un hombre como todos y al mismo tiempo diferente. Piense en el Evangelio de Juan, donde se habla de la primera reunión de los discípulos con Jesús (cf. 1,35-42).

Andrés, Juan, Simón, se sintieron dentro de la intimidad de Jesús y esto genera en ellos una sorpresa, una sorpresa que de inmediato les hizo sentirse vinculados con él .Cuando, después de la resurrección, Jesús preguntó a Pedro: " ¿Me amas "(Jn 21:15), y Pedro responde:" Sí ";ese sí  no era el resultado de una fuerza de voluntad, no sólo fue la decisión del hombre Simon fue  antes por la gracia, fue el "primerear", el preceder de la Gracia. Este fue el gran avance para San Pablo, San Agustín, y muchos santos: Jesucristo siempre en primer lugar, que "primerea", delante de nosotros; cuando llegamos, ya estaba esperando. Él es como la flor del almendro está floreciendo  primero, y anuncia la primavera. Y no se puede entender esta dinámica  que despierta el asombro y la adhesión sin la piedad. Sólo aquellos que han sido acariciados  por la ternura de la misericordia, de verdad conocen al Señor. El lugar privilegiado del encuentro es la caricia de la misericordia de Jesucristo por mi pecado. (...) Es por este abrazo de misericordia que se da el impulso de responder y cambiar, y que bien puede ser una vida diferente. La moral cristiana no es el esfuerzo titánico, voluntario, de los que deciden ser coherentes y buscan éxito, una especie de desafío en que se enfrenta al mundo en solitario. No. (...) la moral cristiana tiene respuesta, la respuesta se mueve delante de un sorprendente misericordia, impredecible, incluso "injusta", según los criterios humanos, de Aquel que me conoce, sabe mis traiciones y me ama a pesar de ellas, me quiere, me abraza, me llama de nuevo, me espera, me atiende. La moral cristiana no es no caerse nunca , sino levantarse siempre, gracias a la mano de Dios que me agarra.



Y el camino de la Iglesia es también este: Dejar que se manifieste la gran misericordia de Dios he dicho, días atrás , a los nuevos cardenales: "El camino de la Iglesia no es condenar a nadie eternamente; es derramar la misericordia de Dios a todas las personas que pregunten con un corazón sincero; el camino que debe tomar la  Iglesia ,precisamente, para escapar de su encierro, es  ir a buscar en los "suburbios" distantes de la existencia; adoptar plenamente la lógica de Dios "
(Homilía 15 de febrero de 2015)

La Iglesia tiene que sentir el impulso gozoso de convertirse en flor de almendro, como Jesús, para toda la humanidad.

Hoy también se recuerdalos sesenta años del comienzo de su movimiento ", nacido en la Iglesia - como ha dicho Benedicto XVI -no por una voluntad de la jerarquía de la organización,  se originó de un renovado encuentro con Cristo y, por tanto, se puede decir, de un impulso derivado en última instancia del Espíritu Santo "(Discurso a la peregrinación de Comunión y Liberación, 24 de marzo de 2007: Enseñanzas III, 1 [2007], 557).


Después de sesenta años, el carisma original no ha perdido su frescura y vitalidad. Sin embargo, recuerden que el centro no es el carisma, es uno solo: Jesucristo! 
Cuando me pongo en el centro de mi método espiritual, mi camino espiritual, mi manera de ponerla en práctica, salgo del camino. Toda espiritualidad, todos los carismas en la Iglesia debe ser "descentralizados": en el centro sólo hay uno, el Señor!
Así que cuando Pablo en su primera carta a los Corintios habla de carismas, de esta realidad tan hermosa en la Iglesia, Cuerpo místico, termina hablando de amor, es decir, el que viene de Dios, lo que es propio de Dios, y que nos permite imitarlo. 
Nunca olvides esto: descentralizarse! 
Entonces el carisma no se conserva en una botella de agua destilada! 
La fidelidad al carisma no significa "petrificar" - es el diablo que "petrifica" - no significa que hay escribirlo en un pergamino y ponerlo en un cuadro. 
La referencia al legado que dejó Don Giussani no se reduce a un museo de recuerdos, las decisiones, las normas de conducta. 
Fidelidad a la tradición quiere decir, según   (...) - Mahler "significa mantener vivo el fuego, no adorar las cenizas." 
Don Giussani nunca perdonaría que perdiesen  su libertad y se trasformasen en guías de museo o adoradores de cenizas. 
Mantengan viva la llama del recuerdo de ese primer encuentro y sean libres!


Así, centrados  en Cristo y  el Evangelio, puede ser los brazos, las manos, los pies, la mente y el corazón de una Iglesia "saliente". El camino de la Iglesia es ir a buscar en los suburbios lejanos, para servir a Jesús en cada persona marginada, abandonada, sin fe, decepcionado por la Iglesia, un prisionero de su propio egoísmo. "Exit" (salida) también significa rechazar la autorreferencialidad, en todas sus formas, significa ser capaz de escuchar a aquellos que no son como nosotros, aprendiendo de todo el mundo, con sincera humildad. Cuando somos esclavos de sí mismos terminamos el cultivo de una "etiqueta de la espiritualidad": "Estoy en CL"(Comunión y liberación); y caemos en un millar de trampas que nos ofrece la autocomplacencia, de los que se ven en el espejo .Y que nos desorienta, nos convertimos en meros empresarios de una ONG.


Queridos amigos, me gustaría terminar con dos citas muy significativas
de Don Giussani, una de inicio y al final de su vida.

La primera: "El cristianismo nunca se realiza en la historia como un punto
al que defender, que se convierte en una antítesis ; El cristianismo es el principio de la redención, que se asume de nuevo ,salvándolo.
”(Puerto Esperanza. Primeros escritos, Génova 1967, 119).

El segundo: "No  tengo ninguna intención de" fundador" de nada, pero creo que el genio del movimiento que he visto nacer consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo, a saber, la pasión, el hecho cristiano como tal en sus elementos originales, y eso es todo "

(Carta a Juan Pablo II, 26 de Enero de 2004 con motivo de los 50 años de Comunión y Liberación).

Que el Señor les bendiga y la Virgen los cuide, por favor, no te olvides de orar por mí! Gracias.